El deporte en Nápoles se llama futbol. O mejor dicho calcio. Prácticamente todos los aficionados  al futbol en la ciudad son del mismo equipo (alguno habrá que no, supongo), el ASC Napoli. Y sus rivales más directos, a los que odian profundamente, son la Roma, con quien protagonizan el derby da Sole, y los tres grandes del norte; Juve, Inter y Milan. En cambio se llevan bien con los del sur y también con el Génova, con quien son aficiones hermanadas. Los tifosi del Napoli son, como no podía ser de otra manera, tremendamente pasionales y comprometidos con su equipo. Su estadio es uno de los que más animación tiene y sus ultras más radicales son de los más violentos del país.

Juega en el estadio Diego Armando Maradona, antiguo estadio de San Paolo, que está en las afueras, pero por todo el mundo es sabido que para llegar a él tienes que bajarte en la parada de metro de Mostra o bien en la de Augusto.

            

La historia del Napoli, no obstante, tiene luces y sombras. Ha estado muchos años en la serie B, incluso ha pasado por la C, y también ha vivido épocas buenas. Según las estadísticas sería el séptimo equipo de Italia y habitualmente debería optar por estar en puestos que le lleven a Europa. A lo largo de su historia ha ganado unas poquitas ligas e incluso una copa de la uefa.

              

Su época gloriosa fue en los años ochenta con la llegada del Pelusa, Diego Armando Maradona, considerado como uno de los mejores jugadores de la historia, que le dio los tres títulos más importantes que tiene en sus vitrinas y le mantuvo siempre luchando con opciones a todo lo que disputaba. El Pibe de oro es considerado como un napolitano más (además le pega su carácter), pese a que su salida fue traumática por sus problemas con la droga y sus presuntas vinculaciones con la Camorra, y pese a que ha estado mucho tiempo sin regresar por sus problemas con el fisco. Pero cuando lo ha hecho ha vuelto como un Dios e incluso se le ha homenajeado. Esto es claramente palpable paseando por la ciudad, donde aún se venden camisetas suyas, figuritas de belén, pintadas en las paredes, fotos suyas en los bares, etc. La vinculación de Maradona con Nápoles va más allá de los logros deportivos, se convirtió en un héroe con el que la ciudad se identificó enseguida por su modesta condición social y su rebelión hacia los grandes y los llevó a luchar con ellos. Por eso Nápoles le está eternamente agradecido.