Los napolitanos son especiales, y forman parte del encanto de la ciudad. Como ya he dicho en la introducción a esta truñoguía, son alegres, vivarachos, extrovertidos, liantes, gesticulantes, informales, pasionales y una serie ilimitada de adjetivos más que los convierte en diferentes. Evidentemente y como en todas partes del mundo, hay de todo, pero esta es la imagen que te llevas de la sociedad  napolitana en general por poco que trates con ellos.

          

 Mi experiencia personal es muy breve, porque solo estuve un día, y encontré un poco de todo; también gente sosa y con un punto de chulería (me encontré más de uno), pero una gran mayoría amable que nos trataron muy bien.

También es palpable por algunos barrios del centro (a la periferia no he ido) su carácter humilde y popular, que recuerda a otras épocas e incluso a un pueblo: gente tomando la fresca en una silla en la puerta de su casa, bajando cubos desde los balcones para hacer la compra en la tienda de abajo, paseando por la calle en bata y zapatillas, puertas de viviendas abiertas de par en par… Donde más se da todo esto es en el quartiere spagnolo.

             

Acorde a su carácter vehemente, son muy religiosos y te encuentras altares por toda la ciudad. Adoran principalmente a San Gennaro, su patrón y…a Maradona. En el caso de la foto, es el padre Pío, un fraile italiano, con varios dones, que lo cabaron canonizando. 

            

Son también muy orgullosos de su propia identidad. El napolitano es napolitano antes que cualquier otra cosa. Tienen incluso su propio idioma, el napulitano, que aunque no es oficialmente reconocido más que como dialecto y no se estudia por lo tanto en las escuelas, tiene tratamiento de lengua en la calle ya que la mayoría de gente es bilingüe y lo habla indistintamente junto al italiano.  Tiene muchas influencias del ajetreado pasado que ha tenido la ciudad, y algunas palabras se parecen mucho al español o incluso al francés. Por otro lado está extendido no solo por la Campania, sino también por muchas otras regiones del sur de Italia.

Destacar, aunque ya lo he hecho en la introducción, el caos circulatorio de la ciudad. La verdad es que siempre oí que no respetaban ni los semáforos. De hecho, por lo que he ido oyendo, esto pasaba hasta hace un par de décadas en toda Italia, pero especialmente aquí. Por lo visto ha mejorado en todo el país y también en Nápoles. Pero aun y respetando los semáforos, siguen siendo unos locos al volante. Por lo menos para el que viene de otro país, porque según parece, ellos entienden y respetan sus propias normas callejeras. No respetan las señales verticales ni horizontales, aparcan donde les rota, circulan hasta tres y el gato en una moto y solo suele llevar casco el conductor, pasan por los callejones semipeatonales mirando el móvil y pitando a la gente para que se aparte y un largo etcétera de imprudencias más.

                

La relación de los napolitanos con la Camorra es de omertá. Esto quiere decir, no ven, no oyen, no hablan…Todo el mundo sabe que existe, todo el mundo ha visto cosas, todo el mundo sabe que no es bueno, pero…se asume y se calla. Conviven con ello con normalidad.

Respecto a otro de los estereotipos italianos, el buen gusto al vestir, la verdad es que por el centro vi mayoría de gente bastante cutre vistiendo, y un porcentaje mucho más pequeño que en otras ciudades transalpinas de típicos italianos al más puro estilo paninaro.

Respecto a la seguridad ciudadana, es evidente que en Nápoles hay delincuencia, y que es una de las ciudades más inseguras de Europa. Pero eso no debe asustar al turista que si se mueve por las calles céntricas a horas decentes y va con el cuidado normal que debe ir cualquier turista en cualquier ciudad y evita actitudes como llevar la cámara de 1500 euros cogida solo con la punta del meñique, tampoco tiene porque pasar nada que no pueda pasar en cualquier centro de cualquier ciudad grande, donde siempre pueden haber cacos al acecho.