Aunque hubo asentamientos humanos mucho antes, ya en la primera edad de hierro, y concretamente en el cerro de San Vicente, oficialmente la historia de Salamanca empieza el 220 a.c. cuando Aníbal conquistó Helmántica (así se llamaba entonces).
Cuando llegaron los romanos le cambiaron el nombre a Salmántica (están locos estos romanos), y la ciudad cobró importancia por estar en la vía de la Plata, que unía Mérida y Astorga. En esa época se construyó el puente romano, que aún se conserva en la actualidad y es uno de los atractivos de la ciudad.
Tras la caída del imperio romano, alanos y visigodos ocuparon la ciudad hasta que en el 712 la invadieron los musulmanes, pero en aquella época fue un poco tierra de nadie y se abandonó mucho.
Tras la conquista cristiana de Toledo, la ciudad empezó a crecer de nuevo, y fue en esa época cuando se construyó la catedral vieja y muy cerca algunas escuelas que se acabarían convirtiendo en la universidad, la más antigua de España en activo.
La edad moderna fue una época de guerras y de altibajos económicos en la ciudad, tuvo momentos de esplendor, pero también de decadencia. Fue en esta época cuando se construyó la catedral nueva y la plaza mayor.
En el siglo XIX estuvo tres años ocupada por Francia, después de la guerra de la independencia, y después pasó a ser la capital de su propia provincia, y a pertenecer a Castilla la vieja.
Durante la guerra civil fue conquistada nada más empezar por el bando sublevado, y sufrió como todas.
Y ya está, en la actualidad es una ciudad que destaca por su ambiente universitario, entre otras cosas.