Los cordobeses son extrovertidos, amables y hospitalarios como la mayoría de los andaluces. Tienen esa gracia especial, que ellos llaman “salero”, que les permite caer simpáticos aunque se estuviesen riendo de tu cara. Evidentemente también he conocido cordobeses sosos, bordes o simplemente serios (a nuestras edades ya tendríamos que tener clarito que hay de todo en todas partes), pero la sensación es que la actitud predominante es la del saleroso.
 
Cuidan la manera de vestir más que en otras regiones de España, es fácil ver en cualquier ocasión cordobeses engominados y ataviados con buen gusto cada uno con su estilo o cordobesas con tacones altos y engalanadas como si fueran a una fiesta, siempre dispuestas a ensalzar sus encantos. Esto cambia radicalmente en los pueblos, donde la gente descuida mucho más este aspecto. 
 
Las cordobesas tienen fama de guapas. Aunque evidentemente de todo hay en la villa del señor, puedo corroborar que en general hay nivelazo. Suelen ser morenas con ojos oscuros, facciones marcadas y caderas anchas, y eso las dota de un atractivo especial. Yo tengo una, por lo menos de sangre, que no de dni.
 
Los andaluces son profundamente religiosos, hecho que se puede constatar solo echando un vistazo a las fachadas de sus casas,  muchas de ellas decoradas con imágenes de vírgenes y santos.