Sevilla es una ciudad profundamente religiosa, como se puede observar solo con pasear por sus calles y fijarse en la multitud de santos y vírgenes que adornan algunas de sus fachadas, además de las numerosas iglesias que existen pertenecientes a las distintas hermandades. Por eso muchas de sus celebraciones populares tienen su origen en la religión;  

El Corpus Christi, el jueves después del domingo de la Santísima Trinidad, donde se adornan las calles y las casas con mantones, altares y ramas de romero al tiempo que circula una procesión; La Velá de Santa Ana, en el barrio de Triana, a finales de julio, donde sus calles se adornan con farolillos, luces y casetas con todo tipo de gastronomía local en honor a la patrona del barrio.

Pero la más famosa de todas, conocida en toda España y parte del extranjero y celebrada realmente a lo grande es la Semana Santa. De las múltiples parroquias de la ciudad salen las Vírgenes en procesión, dirigidas por sus respectivas hermandades, para revivir la pasión de Cristo. Las calles se llenan de gente, tanto de la ciudad, como de los alrededores, como turistas que han venido a vivir el espectáculo. Las calles del centro se cierran al tráfico, numerosos actos religiosos se llevan a cabo a lo largo de la semana, y el olor a incienso, el sonido del paso de los costaleros y el canto de las saetas durante las procesiones, inundan las calles de la ciudad causando una sensación única. Las distintas hermandades preparan la Semana Santa durante todo el año (como después les llueva deben pillar una depresión importante, digo yo…).

Un atavío típico de la Semana Santa sevillana es la mantilla, que se ponen las mujeres desde la cabeza hasta el hombro sujeta con una peineta.

 

                                 

                           La virgen de la Macarena, quizás la más famosa de las que salen en Semana Santa.

 
 
 
La otra gran festividad de la ciudad es la Feria de Abril. Depende cómo caiga la semana santa puede ser apenas una semana después, aunque se intenta que sea al cabo de tres semanas, con lo cual la diversión continúa.  Esta feria tiene su origen en el siglo XIX y en principio estaba destinada a la compra y venta de ganado. Con el paso del tiempo se fue  convirtiendo en lo que es ahora, una fiesta. 
 
Suele ser de martes a domingo, aunque el fin de semana anterior ya se palpa el ambiente en la ciudad.
 
Está ubicada en el barrio de los Remedios, en un recinto ferial dispuesto para ello junto a un gran aparcamiento y el parque de los Príncipes. Suele estar constituido por unas mil casetas, la mayoría exclusivas, aunque también las hay populares gratuitas o de pago, un parque de atracciones y numerosas paraditas de comidas, tómbolas, etc. En las casetas te puedes encontrar ambientes de todo tipo. 
 
                               
 
 
 
La fiesta empieza por la mañana a eso de las doce con un desfile de caballos y carros, cuyos jinetes van vestidos con trajes regionales.  El festejo continúa todo el día hasta altas horas de la madrugada, y no faltan las tapas, la bebida, la manzanilla, el rebotijo y baile, cante, flamenco y música para todos los gustos.
Fiesta para toda la familia y edades donde los sevillanos se olvidan de su rutina por unos días para pasárselo a lo grande.
 
Paralelamente a todo esto, siempre se organiza en estas fechas alguna corrida de toros, con algún torero de renombre que viene anunciado desde tiempo atrás.