Transporte público

 

Una vez en Roma, si vas en coche, lo más aconsejable es que lo dejes bien aparcadito y no lo utilices para ir al centro, ya que la mayoría de sus calles están cerradas al tráfico y si lo dejas cerca te va a costar mucho aparcar.

Si no estas bien de la cabeza, como yo, y quieres visitar los suburbios, hay dos rondas concéntricas; la interior se llama circunvallacione y rodea gran parte de la ciudad mucho más allá del centro. La exterior, grande racordo anulare, la rodea en todo su perímetro, y entre ambas se encuentran barrios suburbiales y residenciales de las afueras.

                           

 

Lo más aconsejable es utilizar transporte público. A mí siempre me gusta coger autobuses y tranvías porque tienen el atractivo de que puedes seguir con tu papel de turista mirando por la ventanilla, pero ya se sabe que aparte de ser más lento, es bastante difícil encontrar uno que te vaya bien en una ciudad que no conoces (Google maps ayuda mucho para esto).

Los taxis son blancos o amarillos.

El metro es muy sencillito, ya que solo tiene tres líneas. Nunca crecerá demasiado porque tienen muchas dificultades para perforar el suelo debido a la gran cantidad de restos arqueológicos que se encuentran.

                         

De todas formas, te acerca bastante a todos los puntos interesantes de la ciudad.

Además, hay otras dos líneas suburbanas, gestionadas por otra compañía, que llegan hasta el área metropolitana y tienen muchas paradas en la ciudad.

También está una especie de tren de cercanías, FR, con muchas estaciones en los distintos barrios y que llega hasta el aeropuerto de Fiumicino entre otros puntos del área metropolitana.

 

Como en todas partes, hay distintas opciones a la hora de comprar una tarjeta (24h, 48h, 72h, 10 viajes…). Te valen para todo; metro, autobús, tranvía. Las puedes comprar en cualquier estanco, quiosco, en las máquinas del metro, e incluso en paradas de autobús grandes a veces también hay máquinas.